Los síntomas están relacionados al órgano afectado, algunos son los anteriormente descritos lo que no incluye necesariamente que se den todos ni que no haya algún otro que este involucrado.
Luego de la consulta al especialista, se diagnostica la afección mediante radiografía de tórax, donde se pueden observar grumos en los pulmones y ganglios más grandes. Asimismo, se realizan análisis de sangre y se detectan niveles de anemia, bajas de defensas y niveles de calcio que suelen ser elevados.
Esta afección no requiere tratamiento si no produce síntomas, aunque si se utilizan terapias para las manifestaciones en los pulmones y la piel, para los cuales se utilizan corticoides locales y orales, como también los inmunosupresores.
Esta enfermedad varia y esta relacionada más bien, al forma en como se ha presentado, curándose en la mayoría de los pacientes en un término de uno o dos años en forma espontánea; aún así, algunas personas, casos esporádicos, presentan dificultades crónicas en los pulmones.
El curso y la evolución de esta enfermedad son variables y se relacionan en gran medida con la forma en que se inician.

Sea cual fuere la causa y la duración de la ronquera, los especialistas emplean en términos general ciertos consejos:
Se recomienda hablar lo menos posible, y no susurrar; realizarse vaporizaciones; no consumir tabaco y alcohol.
Si la ronquera persiste más de lo habitual, y el paciente presenta dificultades respiratorias o para deglutir los alimentos, debe concurrir a la consulta médica de inmediato para que la afección no empeore.
Cada tratamiento depende de la causa del problema, por ello la consulta debe hacerse en tiempo prudente y debe prestarse vital importancia a las indicaciones del especialista.

Voluntaria o no, la tos tiene como causa:
• Sinusitis
• Faringitis
• Laringitis
• Bronquitis
• Asma
• Traqueítis
• Cáncer de pulmón
• Neumonía
• Tuberculosis
• Derame pleural
• Otras…

Lo importante es verificar las causas y tratarla mediante la consulta al especialista, ya que pueden existir complicaciones: los paroxismos de tos pueden desencadenar un síncope, y la tos agotadora puede producir la rotura de una bulla enfisematosa, como así también fracturas costales o costocondritis.
Siempre que se realice el tratamiento los resultados son evidentes y es importante que el especialista indique los pasos a seguir.

• Produce mal descanso, apnea, y pesadillas.
• Bruxismo, y rechinar de dientes
• Síndrome de piernas inquietas es decir aumento de los niveles de dióxido de carbono en la sangre, e hiperventilación alveolar, es decir disminución del ritmo respiratorio que afecta directamente a la cantidad de aire que ingresa a los pulmones.
• Ronquidos: el tabaco produce inflamación y edema en la parte alta de la vía aérea.
• Apneas obstructivas: provocadas por el humo que afectan a las vías respiratorias
• Interrupción frecuente del sueño: sueño fragmentado debido a la necesidad de agregar nicotina al cuerpo durante la abstinencia nocturna.
• Insomnio: Dificultas para conciliar y mantener el sueño, esto se debe al efecto estimulante de la nicotina sobre el sistema nervioso.
• Algunos medicamentos para tratar de dejar este hábito suelen también dificultar el sueño.

• Cambie su habito por costumbres sanas, para ello es importante que tome conciencia de la necesidad de mejorar su vida y la de quienes lo rodean.
• Cuide su alimentación, beba mucho agua y en lo posible muchísimas frutas.
• Ocúpese en organizar programas para ocupar su tiempo.
• Procure estar activo, realice ejercicios y comparta con amigos camitas y entrenamientos.
• Sea paciente, aprenda a relajarse, sepa cual es su objetivo y concéntrese en lograrlo.
• No lleve consigo fósforos ni cigarrillos.
• Elimine señales dañinas como ceniceros, paquetes anteriores o empezados, elimine todas esas referencias que pueden hacerlo dudar en decisión de abandonar el tabaco.
• Mantenga sus manos ocupadas en otras actividades.
• Lávese los dientes inmediatamente después de cada comida y colación.
• Evite la sobremesa.

Tratamientos anti-tabaco

A medida que pasan los años, nuevos tratamientos surgen para, mediante mejorados métodos, ayudarnos a revertir el hábito de fumar y poder conseguir una vida más y plena. Dentro de los tratamientos existen los farmacológicos y los no farmacológicos. La clave esta en pedir ayuda y elegir la opción que más se adapte a nosotros.

Tratamientos de reemplazo o sustitución:
Chicles de nicotina: presentan dosis de 2 a 4 miligramos con bicarbonato de sodio.
Parches transdérmicos de nicotina: son eficaces, se colocan sobre la piel a diario.
Spray nasal de nicotina: es un producto aconsejado para quienes fuman mucho o para aquellos que lo requieran si presentan una crisis de abstinencia.
Estos tres tratamientos aportan el nivel de nicotina al organismo pero no quitan el habito de tener un cigarrillo en las manos o de llevárselo a la boca, cuestiones que se complementan con otras terapias.

Tratamientos no nicotínicos:

Bupropion: es indicada para aquellos que fuman poco.
Clonidina: su eficacia es menor. Es utilizada como medicina de segunda línea. Tiene contraindicaciones y efectos adversos.
Vanericlina: es sumamente eficaz.

Tratamientos no farmacológicos:

Terapia grupal o individual: la terapia cognitiva conductual es muy efectiva. Puede realizarse sola o con acompañamiento farmacológico.

Acupuntura, digitopuntura, o láser: no existen al momento evidencias científicas de su comprobada acción benéfica en el abandono del hábito del tabaco.

Arrugas: el fumar produce arrugas alrededor de la boca, porque la permanencia del cigarrillo entre los labios requiere la contracción de los músculos de la cara.

Dentadura: El tabaco provoca mal aliento, enfermedad en las encías, problemas dentales, voz ronca y tiñe los dientes.

Cabello: el consumo de tabaco provoca que el pelo se torne quebradizo y frágil.

Ojos: la irritación que provoca el humo hace enrojecer a los ojos. Además las personas que fuman tienen un 40% más de probabilidades de poseer cataratas. Se produce por la irritación de los ojos y la liberación de sustancias químicas en los pulmones que llegan a los ojos a través de la sangre.

Mamas: los riesgos contraer cáncer de mama en las personas fumadoras aumentan.

Aparato reproductor femenino: el tabaco actúa como cofactor en las infecciones por HPV, produciendo verrugas genitales. Además se observan casos de cáncer de vulva en mujeres jóvenes.

Fertilidad: el tabaco causa efectos nocivos en la función ovárica, dependiendo de la cantidad y el tiempo de la cantidad y el tiempo de exposición al cigarrillo. Similar asunto ocurre con la cantidad y calidad espermática, y sin duda en el desarrollo y crecimiento fetal.

Embarazos: los recién nacidos de madres fumadoras representan depresión y la mortalidad perinatal llega al 15,15%.

Fecundidad: la cifra de abortos espontáneos aumenta en un 20% para las mujeres que fuman menos de un paquete a diario y en un 35% en aquellas que fuman más de esa cantidad.
Además entre las mujeres fumadoras son frecuentes las hemorragias genitales, placenta previa, desprendimiento de placenta normo inserta, rotura prematura de membranas e incluso embarazo ectópico.

Audición: el consumo de tabaco es sin duda además un factor de riesgo para la hipoacusia, ya que afecta la percepción de las frecuencias que originan los tonos agudos.

Menstruación: el cigarrillo suele ocasionar alteraciones en los ciclos menstruales, por efecto del desbalance hormonal y el aumento de andrógenos suprarenales, puede incrementarse la vellosidad y adiposidad abdominal. Incluso el humo del tabaco puede provocar precocidad en la menopausia.

Enfermedades cardiovasculares: el tabaquismo aumenta el riegos de hipertensión arterial y una mayor frecuencia de patologías coronarias.

Osteoporosis: en las mujeres, el estrógeno es necesario para que el calcio se adhiera a los huesos. En este caso, la nicotina lo impide, y esto provoca el doble de fracturas, por causa de la osteoporosis, que a las personas no fumadoras.

Vedija: el consumo de cigarrillos es el responsable de entre el 25 y el 30 por ciento de los casos de cáncer de vejiga femenino.

Piel: la piel recibe menos oxigeno, por lo que se torna grisácea, opaca y pierde su tersura natural. La piel de las personas que fuman envejece prematuramente.

Pulmones: Sustancias dañinas, carcinógenos, presentes en el tabaco dañan las células de los pulmones, dando lugar al cáncer.

Manos y uñas: el alquitrán contenido en los cigarrillos se acumula y los tiñe de color amarillento.

Fatiga: luego de caminar algunos metros las personas fumadoras deben detenerse por cansancio, dolor en los miembros inferior, calambres etcétera.