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Fibras (Parte III)

16 August, 2009

Es conveniente comenzar a incluir en la dieta fibras en pequeñas cantidades, dándole tiempo al organismo para que se adapte a ellas. En especial en casos de divertículos se debe comenzar con las verduras duras que contienen hemicelulosa, como remolachas cocidas, zapallitos sin piel ni semillas, zanahoria y calabaza, chauchas sin hilos ni porotos; una vez que se toleran se pueden probar con zanahorias rallada finamente, remolacha rallada de la misma manera, tomate pelado y sin semillas, y luego se pasa a las verduras de hoja cocidas, para terminar probando la tolerancia a hojas tiernas de verduras crudas. Todo esto puede ir acompañado de jugos de verduras, que aportan el beneficio de enzimas, vitaminas y minerales, sin el acompañamiento de la fibra, pero se estimula de forma suave el peristaltismo favoreciendo la evacuación. Es importante también ir incrementando el aporte de cereales integrales; si no se toleran se puede probar mezclando el arroz común con el integral en proporciones cada vez mayores, hasta lograr su reemplazo.
La fibra soluble proveniente de la avena, la cebada, las legumbres, las hortalizas, las frutas y las semillas de lino disminuyen el colesterol y la glucemia. Y la fibra soluble, presente en el salvado de trigo, cereales integrales, cáscaras de frutas y hortalizas, colabora mejorando el estreñimiento y la limpieza intestinal.
En todas las personas está inscripta la memoria de la fibra como alimento. Basta incorporarla, si no es habitual en nosotros, de a poco, paso a paso, para que esa antigua memoria registre sus beneficios, y se haga indispensable. La memoria del cuerpo es infalible. Apelar a ella es un recurso siempre a mano, y sumamente valioso. Para hacerlo es necesario partir del respeto y observar con atención, sin preconceptos.

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