Blog dedicado a la salud y las enfermedades
A diferencia de lo que se cree, las grasas no son siempre malas y por el contrario, son nutrientes esenciales para nuestra buena salud. La mielina, que sostiene y aísla el sistema nervioso, el cerebro, la médula, el hígado, el páncreas y las glándulas contiene ácidos grasos en su estructura, es por eso que no se les debe restar importancia. Las grasas son necesarias para la síntesis de hormonas y prostaglandinas, para la transmisión del impulso nervioso, para la permeabilidad celular e además porque inciden directamente en la nutrición y la expulsión de los desechos de la célula; son necesarias para el aporte y la absorción de las vitaminas liposolubles.
Las gasas se clasifican en:
Saturadas: casi en su totalidad se encuentran en el reino animal (en las carnes, fiambres, lácteos, yemas de huevo) y algunas en el vegetal (coco, chocolate, maní). Estas grasas son sólidas a temperatura ambiente. Cuando se ingieren en grandes cantidades son perjudiciales para el organismo, ya que se depositan en el tejido adiposo, colaboran en el aumento de peso, y agravan las dislipemias (grasas presentes en la sangre), con aumento de colesterol y triglicéridos, de diabetes y de enfermedades metabólicas. Son además difíciles de digerir, ya que inhiben la secreción de los jugos gástricos.
Como son de origen animal, el ser humano es capaz de producirlas y por ende no es necesario aportárselas al cuerpo.
Incluso se ha podido demostrar que estas grasas aumentan la probabilidad de padecer algunos tipos de cáncer.
Grasas insaturadas
Son de origen vegetal, se encuentran en las semillas, (girasol, uva, maíz, oliva, lino, soja) y en las frutas secas (almendras, avellanas, nueces, pistachos, maní).
Entre las grasas vegetales hay dos ácidos grasos que el organismo humano no puede sintetizar y por lo tanto deben incorporarse a través de los alimentos; ellos son los ácidos grasos linoleico y linolénico, más conocidos como Omega 6 y Omega 3.
Los aceites industriales se extraen mediante la aplicación de temperatura y solventes; si bien este proceso de refinación permite una mayor extracción, los ácidos grasos esenciales se saturan, y ya no posee tpodas las características que los hacen esenciales. Las margarinas, por ejemplo, son grasas vegetales que se hidrogenan para transformarlas en sólidas; una parte de sus moléculas cis se transforman en trans; en este proceso la molécula realiza una rotación espacial sobre su eje, de tal forma que no puede integrarse en la cadena metabólica; estas, no son reconocidas por el organismo, aumentan el colesterol, y a esto se le debe agregar la deficiencia de los ácidos grasos esenciales y vitaminas liposolubles. Es por ello que recomendamos el consumo de aceites prensados en frío, de primera presión, vírgenes. Son aceites que deben conservarse a resguardo de la luz, del oxígeno y del calor para mantener sus propiedades.
Las grasas vegetales pueden ser:
• Monoinsaturadas: que disminuyen el colesterol LDL o sea, el colesterol dañino. Frenan la síntesis de colesterol endógeno, el sintetizado por el hígado en exceso. Se encuentran en el aceite de oliva prensado en frío; tienen además efecto colagogo, mejorando el funcionamiento de la vesícula biliar. Otras fuentes son aceitunas, maníes, palta, aceite de soja.
• Poliinsaturadas: que son grasas que forman parte de las membranas celulares; intervienen en su flexibilidad y permeabilidad. Son además necesarias para la síntesis de prostaglandinas. Las prostaglandinas son sustancias derivadas de los ácidos grasos poliinsaturados.
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