La
hidroterapia consiste en la utilización del agua no por sus propiedades
químicas sino más bien por sus propiedades físicas.
En la hidroterapia el paciente se beneficia de la aplicación de agua
a diferente presión y de baños con agua que puede ser fría
o caliente.
La
inmersión en baños de agua caliente incrementa la temperatura
corporal y favorecen la dilatación de los vasos sanguíneos
con lo cual se incrementa el riego de sangre en la piel y los músculos.
Los baños de agua fría conducen a la constricción de
los vasos sanguíneos reduciendo el riego periférico de sangre,
tanto en la piel como en los músculos, favoreciendo e incrementando
la circulación en los órganos internos.
Existen varias formas de utilizar el agua en hidroterapia:
- Los baños, en los cuales se puede emplear agua caliente en cuyo
caso el cuerpo puede permanecer inmerso durante media hora, con agua fría
la duración se limita a unos cinco minutos, y si combinamos agua
fría y caliente se puede aplicar respectivamente durante 5 y 10 minutos.
Los baños están recomendados en problemas de artrítis,
enfermedades de la piel o trastornos circulatorios, en cambio no se aconsejan
este tipo de baños terapéuticos en los problemas cardíacos
o en casos de hipertensión.
- Los lavados consisten en aplicar con una paño agua en las zonas
del cuerpo que interese.
- Las inhalaciones se utilizan sobre todo en tratamientos para enfermedades
respiratorias y en el agua caliente suele añadirse algún tipo
de extracto o hierbas que ayudan a despejar el sistema respiratorio. Los
vapores también se emplean en tratamientos de belleza.
- Los chorros suelen aplicarse en muchos balnearios y consisten en chorros
de agua a diferente presión y temperatura que se aplican sobre el
paciente. |
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