Las
infecciones del oído pueden afectar tanto su zona externa como
al oído medio como al interno, sin embargo las más frecuentes
son las dos primeras siendo la última la más rara y al mismo
tiempo la más peligrosa ya que puede llegar a ocasionar una sordera
permanente.
La otitis es una infección muy frecuente en la infancia y que suele
aparecer tras la aparición de otras infecciones en las vías
respiratorias. Es común que tras un resfriado o una faringitis
aparezca la otitis.
En el caso de la otitis externa, es decir, cuando se ve afectada la zona
que va desde el tímpano al exterior la curación suele llegar
tras una semana o pocos más días.
Lo más probable es que como síntomas aparezcan el dolor
del oído y posiblemente pus producto de dicha infección.
No es aconsejable realizar una limpieza con objetos duros que pueden causar
un daño añadido.
Su médico posiblemente le recete algún antibiótico
y medicamentos para el dolor o la fiebre como el paracetamol.
En el caso de la otitis media el proceso infeccioso casi siempre procede
de la garganta, tal vez debido a una faringitis que asciende por las trompas
de Eustaquio.
En estos casos la producción de pues puede conducir a la rotura
del tímpano para poder evacuarla. Suele ser dolorosa y además
casi siempre se produce una ligera sordera ya que se ve afectado el órgano
encargado de la audición.
Su pronóstico es bueno si se sigue el tratamiento indicado por
el médico y en una o dos semanas la mejoría será
más que notable.
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