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Conocida también como hemorragias nasales, estos episodios acontecen en los vasos sanguíneos de la nariz en cualquier etapa de la vida aunque es más frecuente durante la niñez. Su causa puede variar desde una contusión nasal o herida o bien ser pólipos nasales, infecciones, sequedad de las membranas nasales o incluso estar vinculadas a otras patologías como ser anemia, leucemia, trombocitopenia o enfermedades hepáticas.
Los síntomas, además de la salida de sangre, pueden ser mareos, taquicardia, palidez, e incluso si se trago sangre, heces negras.
Además de las causas mencionadas, las hemorragias son recurrentes si se consumen ciertos medicamentos, como anticoagulantes, aspirinas o el uso prolongado de gotas o spray nasal.
En términos generales este tipo de suceso no trae demasiados problemas aunque se debe tener en cuarenta que si la hemorragia es muy grande se puede necesitar una transfusión de sangre. Lo importante como medida es inclinar la cabeza hacia delante, utilizar una gasa o un tapón de algodón para presionar los vasos dañados que han dado lugar al sangrado, y luego mantener la respiración por la boca. Recuerde apretar la nariz con fuerza para que la sangre coagule sellando el conducto que libera sangre.
Las hemorragias leves suelen ser asistidas por el mismo paciente, en caso de que continúe y sea más severa, requiere de supervisión médica, e incluso internación donde los especialistas determinaran si en relación a la sangre perdida es necesario realizar una transfusión.
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